El cambio de los 20 a los 30 marca en cierto sentido la transición hacia la madurez. Es una etapa donde empiezan a asumirse más responsabilidades y que debería servir para sentar definitivamente las bases del futuro. En términos financieros esto equivale a inversión y sin embargo el primer gran error de los españoles al invertir a los 30 es no hacerlo.
Los términos “ahorrador” e “inversor” no suelen ir de la mano en España, y mucho menos a edades tempranas. Al español medio le cuesta asumir que debe obtener rentabilidad por su dinero desde el primer momento si quiere alcanzar la jubilación con la que sueña. Según un informe de ING un 16% de los españoles sitúa la franja entre los 30 y los 34 años de edad como el momento para contratar tu primer plan de pensiones y un 13% más cree que habría que esperar hasta los 35-39 años para hacerlo.
Si existe una máxima para planificar tu jubilación es que cuanto antes empieces, mejor. El secreto está en el poder del interés compuesto y lo que en lenguaje vulgar se conocer como “dinero llama a dinero”. Cuanto más grande es tu cartera más fácil es que el beneficio crezca a tasas mayores.
Si estás en la treintena y no inviertes, hazlo ya mismo y si puede ser acompañado de un asesor financiero, mejor. Así evitarás uno de los fallos más repetidos al invertir en los 30.
Para quienes han dado este primer paso, hay determinados errores que la mayoría de inversores repite en esta etapa de su vida y que te conviene evitar.
Pensar a corto plazo
La mente humana no está diseñada para pensar a largo plazo y casi siempre preferirá buscar una gratificación más o menos inmediata. Por eso mismo nos cuesta tanto pensar en la jubilación en la treintena ¡Todavía quedan casi tantos años como los que has vivido para que llegue!
Casi todos los inversores centrarán sus esfuerzos en el corto plazo. De hecho, este es uno de los tres errores típicos del español al invertir que condicionará la estructura de toda la cartera y restará potencial a las inversiones.
Ser demasiado conservador
Este es otro error muy habitual y relacionado con el punto anterior. Al español no le gusta asumir riesgos y si algo hay seguro en el mundo de las inversiones es la relación entre “rentabilidad y riesgo”. Quien no arriesga no gana. De forma resumida, cuanto mayor es la incertidumbre en un producto, mayor tendrá que ser el retorno que ofrezca.
Con esto claro, falta introducir un elemento más: el horizonte temporal. En una inversión a corto plazo el enfoque suele estar en conservar el capital porque ante cualquier error no habrá margen de maniobra. Sin embargo, cuando se invierte a largo plazo sí se pueden tomar más riesgos, especialmente con sistemas de aportaciones constantes. Lo que ocurre es que si hay una caída del mercado, siempre quedará tiempo para recuperarse.
Buena parte de los inversores son conscientes de este problema, pero después no actúa en consecuencia. Según el Investor Pulse de BlackRock el inversor medio piensa que apenas un 39% de su cartera debería estar en liquidez, aunque a la hora de la verdad, un 58% del dinero está invertido en activos seguros, a lo que hay sumar el 13% de seguros de vida y fondos de inversión.
No diversificar tus inversiones
Una cartera que no está diversificada es una cartera arriesgada por defecto. La mayoría de inversores cree que está diversificando bien sus inversiones cuando en realidad no lo hace. Del estudio anterior se desprende que un 72% de los ahorradores que está en bolsa, invierte sólo en bolsa nacional. En otras palabras, no hay diversificación geográfica.
Tan malo puede ser condensar el dinero en un solo sector como hacerlo en un solo país. Según explica José Manuel García Rolán, “la diversificación consiste en tener instrumentos o activos que ante situaciones iguales reaccionen de forma distinta, para que las ganancias de unos puedan compensar las pérdidas de otros” y Robert Casajuana recuerda que existen cuatro criterios básicos para hacerlo.
Invertir solo o en mala compañía
Los mercados financieros no son sencillos. Todos los actores quieren obtener ganancias en un juego de suma cero, donde para que un inversor gane, otro generalmente tendrá que perder. Y sin embargo, la mayoría de ahorradores comprará el fondo que le recomiende su banco y que no siempre será el mejor para él, o se hará con la acción ‘chollo’ de la que le ha hablado su cuñado.
El final de estas historias suele ser siempre el mismo: pérdidas.
Igual que para hacer los planos de tu casa contratarías a un arquitecto, para diseñar los de tu jubilación cuenta con un asesor financiero independiente. Descubre aquí los mejor valorados en tu ciudad.
No saber que inviertes en vivienda
La mayoría de los españoles comprará casa entre los 35 y los 44 años. El porcentaje concreto según Fotocasa asciende al 38%. Entre los errores más comunes está el no considerar la compra de una vivienda como una inversión. Tu piso se va a llevar una parte importante de tus ingresos que podrías estar dedicando a otra cosa.
Lo quieras o no, tu casa es una inversión. Entre sus principales características están el hecho de que se trata de un elemento muy poco líquido (tardarás en venderla si quieres deshacerte de ella), con un valor variable pero que, a diferencia de las acciones, al estar respaldada por un buen físico, es una inversión que difícilmente llegará a valer cero.
También es verdad que la casa presenta una cualidad adicional: estás viviendo en ella y en cualquier caso siempre tendrías que destinar parte de tu presupuesto a tener un lugar en el que vivir, aunque sea de alquiler.
En cualquier caso, antes de invertir en vivienda debes valorar cómo hacerlo y si vas o no a utilizar financiación. Con un préstamo a 35 años, algo muy habitual entre los treintañaeros, terminarás pagando el doble por tu vivienda. Los números no engañan y para una hipoteca de 137.000 euros a un 5% pagarás al final 290.640 euros, y habrás pagado más intereses de lo que costó la vivienda.
Este es otro error que podrías evitar si contases con un asesor que te ayudase a tomar decisiones respecto a tu dinero.