Nicolas Sarkozy tomo posesión en 2007 justo antes de la gran recesión y François Hollande en 2012 tuvo que afrontar la difícil resaca de la crisis con una dura austeridad. Macron por el contrario asume la presidencia de la República con una sustancial mejora de los indicadores macro franceses. Si consigue que su partido gane las elecciones legislativas de junio y forme gobierno evitará la peligrosa cohabitación (Presidente de la República de un partido y primer ministro de otro) y tendrá el terreno abonado para dejar atrás la debilidad de la economía francesa que ha venido siendo característica en la última década. La confianza empresarial está en el nivel más elevado desde 2011, la debilidad del euro facilita las exportaciones, los costes de financiación en los mercados de capitales están en niveles bajos (0.83% para el bono de gobierno a 10 años) y el PMI compuesto está en el nivel más alto de 6 años. La oveja negra sigue siendo el nivel de desempleo del 10%, que dobla el de Alemania o Reino Unido, sin embargo la inversión empresarial también está en tendencia positiva, creció un 4% en 2016 acelerando el ritmo del bienio precedente donde creció un 2.7%. Y la inversión empresarial es clave porque facilita enormemente un crecimiento sostenible en el largo plazo. En conclusión podríamos decir que el semáforo está en verde para la economía francesa.
Robert Casajuana i Alujas
Socio de SLM y Director Académico de ISEFI