Finalizamos el primer semestre del año con la mayoría de índices a nivel global en negativo y sobre todo en Europa, dónde prácticamente ningún índice presenta números verdes. Estamos iniciando el periodo estivo y tenemos varias situaciones aún sin resolver que nos pueden aportar volatilidad en estas próximas semanas. Sin embargo, y como venimos anunciando en los últimos informes, no consideramos oportuno realizar grandes cambios en las carteras. Solo en algunos casos se puede considerar en consolidar posiciones que presenten resultados muy positivos.
En este primer semestre el crecimiento global ha frenado el ritmo acelerado que mostró en los últimos meses del 2017, aun así los datos siguen siendo muy positivos y en prácticamente todas las economías. El crecimiento global esperado para este 2018 es del 3.9% así como para el 2019, estamos en una fase expansiva del ciclo económico.
En Europa, los problemas políticos presentados inicialmente por Italia y luego por Alemania, parece que se mantienen controlados y no deberían aportar gran inestabilidad en los próximos meses. El petróleo también reduce su cotización ante la iniciativa de Libia a reabrir los puertos a la exportación. De esta forma, este catalizador de la inflación en las economías desarrolladas también nos da un respiro al no aumentar los precios de los transportes y de la mayoría de procesos productivos. La inflación no se disparará, un factor importante después de que la Reserva Federal y el Banco Central Europeo hayan mostrado sus actas sus respectivos comités de política monetaria.
Una inflación elevada obligaría a la FED a subir los tipos de interés de referencia más rápidamente de lo esperado. Esta incertidumbre provocó las caídas de los mercados después de la fuerte subida en enero. En Europa, el BCE ha aclarado que en ningún caso se plantea subir los tipos antes del próximo verano.
Ante esta relativa tranquilidad, el tema que nos puede aportar volatilidad durante el verano es la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Esta semana EEUU ha anunciado que aplicará aranceles de un 10% sobre las importaciones de una nueva lista de productos del gigante asiático con un valor de 200.000 millones de dólares. El gobierno de Trump indica que lo que desea es que China detenga sus prácticas económicas y se abra a los mercados internacionales. Esta situación es la que realmente puede significar caídas en los mercados ante el desconocimiento de hasta donde pueden llegar ambos gobiernos.
El impacto de un agravamiento de la política de aranceles americano es difícil de cuantificar, aun así cuatro escenarios a cuantificar serían los siguientes:
1) Trump aplica tarifas con un impacto en el comercio de 50.000 millones de dólares pero no hay impacto sustancial en la bolsa americana. En este caso el impacto estructural tanto en el PIB americano como el chino sería la pérdida de 2 décimas de crecimiento.
2) El escenario con un impacto de caídas de un 10% en la bolsa americana. La retroalimentación negativa entre la economía real y financiera nos llevaría a caídas de 4 décimas en el PIB americano y de 3 en el chino.
3) Trump amplía a todas las importaciones un arancel medio del 10%. Eso reducirá el consumo de las familias y la inversión de las empresas con un impacto negativo de medio punto en el PIB global.
4) El escenario 3 con un impacto de caídas del 10% en la bolsa americana. Escenario muy negativo que puede incluso llevar a varias economía a entrar en recesión.
En definitiva, como hemos dicho anteriormente, no consideramos oportuno realizar grandes modificaciones en las carteras. A medio plazo vemos que la economía global sigue avanzando a un buen ritmo, a pesar de que a corto plazo podemos ver incrementos de volatilidad como en el primer trimestre. En el momento de caídas de las bolsas, los bonos se han mantenido estables y nos han aportado tranquilidad al recibir pagos periódicos. En los momentos de subidas de los mercados, los fondos de renta variable nos aportan ese incremento de rentabilidad que nos permite superar la inflación y el rendimiento de otros activos bancarios tradicionales pero también un mayor riesgo que los bonos. Una buena combinación de ambos activos nos permite estar tranquilos ante posibles cambios del mercado.