Una de las labores fundamentales de un buen asesor financiero, es conocer a la perfección a su cliente, por lo que en ocasiones, es necesario preguntar muchas cuestiones que pueden llegar a resultar incómodas, como por ejemplo, el nivel de ingresos, los gastos fijos, el patrimonio global…
Sin embargo, el recabar esta información, no es un mero capricho del asesor, si no que es un paso importante a la hora de poder asesorar al cliente, de la manera más eficaz para sus intereses.
El hecho de conocer el nivel de ingresos y gastos (situación financiera general), las cargas familiares, el horizonte temporal e incluso el estado de salud, puede ser clave a la hora de conocer con exactitud el perfil de riesgo del cliente, algo que es fundamental para poder ayudarle en sus inversiones.
Tengan en cuenta, que no es lo mismo plantear una cartera para alguien con 25 años, buenos ingresos y sin cargas, que para alguien de 45 años, con hijos e hipoteca. Lógicamente, aunque cada uno de estos clientes pueda tener una percepción propia del riesgo que puede asumir, es labor del asesor el estudiar detalladamente esta información y ofrecerle una opinión objetiva.
Al fin y al cabo, un asesor financiero no solamente está para aconsejarnos sobre cuándo o qué, comprar o vender; si no que su labor principal es la de ayudarnos a hacer una planificación financiera completa, algo que va desde las necesidades de capital más a corto plazo, hasta la planificación de la jubilación o la herencia.
Es por ello, que es muy aconsejable, que cuando nos sentemos con nuestro asesor financiero, seamos lo más claros y sinceros que se pueda con respecto a nuestra situación personal y económica, ya que esta información será la clave para poder recibir el asesoramiento que realmente se ajuste a nuestras necesidades.