Dentro del campo de las inversiones, la diversificación es una de las claves para controlar el riesgo de nuestra cartera. Es por ello, que muchas veces hemos hablado de productos de distinto perfíl y riesgo, como fondos de inversión, acciones, ETFs… En nuestro artículo de hoy, vamos a introducir de manera breve, la inversión de manera directa en inmuebles, un tipo de inversión que puede proporcionarnos una serie de rendimientos de capital a largo plazo, con una volatilidad y riesgo controlados.
Una cosa que hay que tener en cuenta a la hora de invertir en inmuebles, es que cada propiedad tiene una ubicación y diseño únicas, por lo que será un factor que tendremos que tener en cuenta a la hora de calcular la rentabilidad que podremos obtener. Además hay que tener muy claro que en el caso de tratar de valorar su precio, esto es algo muy subjetivo, ya que al contrario que en la bolsa por ejemplo, en el caso de los inmuebles no existe un mercado organizado, por lo que puede ser complicado valorar correctamente el activo, lo que genera que se trate de un mercado ilíquido.
Sin embargo, la inversión inmobiliaria como tal, no parte de la base de comprar un local o vivienda para venderlo de manera rápida, aunque este si puede ser un objetivo en el caso de que se den las condiciones apropiadas, si no más bien de buscar un rendimiento periódico mediante la gestión del alquiler. Lógicamente, depende mucho del tipo de inversión inmobiliaria que se realice, ya que si esta es en inmuebles comerciales, generalmente suele tener un horizonte temporal más a largo plazo que si se trata de inmuebles residenciales, ya que generalmente los contratos de alquiler tienen periodos más largos, por lo que podemos asegurar más tiempo la rentabilidad por alquiler.
Una de las ventajas de la inversión inmobiliaria, radica en que es un activo diversificador en las carteras, ya que históricamente siempre ha tenido una correlación muy baja con otros activos de inversión.
Sin embargo, también existen riesgos en la inversión inmobiliaria, como pueden ser, riesgos propios del inmueble (ubicación, tipología del arrendatario…) o riesgos de mercado (falta de liquidez, variación en los tipos de cambio…).
Lógicamente, la inversión directa en inmuebles, es más fácil en grandes patrimonios, por las propias barreras de entrada que supone el coste de adquirir un inmueble, sin embargo, también existen métodos alternativos para aprovechar la diversificación del mercado inmobiliario, como puede ser la inversión a través de un fondo de inversión o incluso a través de acciones de alguna compañía que se dedique a la gestión de alquileres, como las SOCIMI.