La gestión activa alternativa utiliza estrategias y productos financieros complejos para conseguir sus objetivos. Estos productos pueden ser futuros, opciones, cfd’s u otros instrumentos derivados que tienen dos características principales, poder invertir a la baja y obtener rentabilidad positiva cuando los mercados caen, y también poder apalancar la inversión, es decir, tener más exposición al mercado del capital aportado inicialmente.
Las principales estrategias que podemos diferenciar en la gestión alternativa son las Event Driven, las de Valor Relativo, las de Oportunidad o las de Futuros Gestionados.
Brevemente, definiré en qué consisten cada una.
Las Event Driven tratan de beneficiarse de hechos extraordinarios que ocurren en el mercado, suceden en empresas que se encuentran inmersas en un proceso empresarial no común a su rutina, como por ejemplo un proceso de adquisición, una restructuración o una suspensión de pagos.
Las estrategias de Valor Relativo tratan de obtener beneficios en las ineficiencias de los mercados y los errores en valoración de los activos financieros, eliminando el Riesgo Sistemático o Riesgo de Mercado.
Las de Oportunidad son estrategias con una fuerte volatilidad y que, a diferencia de las anteriormente definidas, están sometidas a una elevada exposición a los movimientos del mercado.
Los Futuros gestionados toman posiciones largas o cortas en diferentes futuros financieros, tratando con ello de capturar las tendencias que se producen en los mercados de futuros.
En la gestión activa alternativa la confianza con el equipo gestor es el punto más importante. En este caso, la restricción en su actividad es escasa, con lo que el track récord del activo nos ayudará a entender cómo puede evolucionar la inversión realizada.
Este es un pequeño resumen para entender la actuación del gestor en cada tipo de gestión. Aunque para el inversor el objetivo comúnmente es el mismo, maximizar la rentabilidad minimizando el riesgo, las vías para conseguirlo son distintas en cada caso.