La gestión activa y la gestión activa son dos caras de una misma moneda en términos de inversión. Ambas son complementarias, aunque es importante saber que existen diferencias en cuanto al trabajo del equipo de gestión es en la metodología que se emplea en el proceso de toma de decisiones. Existen distintas estrategias encaminadas al mismo objetivo, ofrecer rentabilidad al inversor.
Gestión Pasiva
Replicar un índice no es tan sencillo. Construir una cartera idéntica implica una adaptación constante entre los pesos de los diferentes valores del benchmark. Para construir una cartera idéntica al índice de referencia el gestor tiene dos opciones: la réplica física o la réplica sintética.
En la réplica física el gestor simplemente compra los valores subyacentes del índice, ya sean acciones, bonos o, lingotes de oro. En la réplica sintética el gestor compra un contrato de swap con un banco de inversión que acuerda pagar la rentabilidad del índice a cambio de una pequeña comisión y de la rentabilidad del colateral mantenido en la cartera del activo. También puede usar derivados financieros como opciones o futuros.
En el caso de la réplica física, el activo cobra los dividendos o intereses generados de los subyacentes de la cartera, con lo que puede tener una mejor evolución que la réplica sintética.
Gestión Activa Tradicional
En la gestión activa tradicional, las principales herramientas de análisis son el análisis macroeconómico, el análisis fundamental y el análisis técnico. Brevemente definiremos en qué consiste cada uno de ellos.
El análisis macroeconómico se encarga del estudio global de la economía para analizar cuál es la mejor manera de influir en objetivos políticos como por ejemplo impulsar el crecimiento económico o como crear la estabilidad en los precios.
El análisis fundamental pretende conocer el auténtico valor del título o acción, también el estado financiero de una empresa. Analiza los estados financieros de cada compañía, así como las previsiones económicas y la información del entorno.
El análisis técnico estudia la evolución del precio de un título. Pretende predecir la cotización futura de un valor mediante el análisis de los gráficos.
Por otro lado, las principales estrategias que combinan con estas tres herramientas empleadas son el análisis Top Down o el Bottom Up.
El análisis Bottom up se fija principalmente en el análisis técnico para analizar a continuación la salud financiero-económica de la empresa y por último estudiar la idoneidad del escenario macro.
El análisis Top Down es literalmente, de arriba abajo. Es decir, fija su prioridad en el análisis macroeconómico para ir progresando en el análisis fundamental y técnico, dejando estos dos últimos en un plano inferior al análisis macro. Consiste en iniciar la toma de decisiones mediante la valoración del entorno global para, posteriormente, ir concretando hasta llegar a una empresa concreta para tomar una decisión de inversión.
¿Qué análisis es mejor?
En mi opinión dependerá del plazo de inversión. Para inversores a muy corto plazo, lo que importa más es el análisis técnico mientras que a muy largo plazo interesa la solvencia de la empresa, sus resultados y el entorno macro. Podría decir que la macro nos indicará dónde invertir, el análisis fundamental en qué empresa invertir y el análisis técnico cuándo invertir (timing de mercado).
Personalmente soy un gran defensor del análisis macro, el estudio de las políticas monetarias y fiscales y su implicación en la economía. A pesar de que considero que en ambos tipos de gestión es muy importante el análisis macroeconómico, este tiene especial importancia en la gestión pasiva, en este caso la selección del mercado donde invertir es fundamental para el éxito futuro. En cambio, en la gestión activa, también tendrá un peso relevante, pero en este caso el stock picking o selección de activos tendrá una gran influencia en el resultado final.
Gestión Activa Alternativa
La gestión activa alternativa utiliza estrategias y productos financieros complejos para conseguir sus objetivos. Estos productos pueden ser futuros, opciones, cfd’s u otros instrumentos derivados que tienen dos características principales, poder invertir a la baja y obtener rentabilidad positiva cuando los mercados caen, y también poder apalancar la inversión, es decir, tener más exposición al mercado del capital aportado inicialmente.
Las principales estrategias que podemos diferenciar en la gestión alternativa son las Event Driven, las de Valor Relativo, las de Oportunidad o las de Futuros Gestionados.
Brevemente, definiré en qué consisten cada una.
Las Event Driven tratan de beneficiarse de hechos extraordinarios que ocurren en el mercado, suceden en empresas que se encuentran inmersas en un proceso empresarial no común a su rutina, como por ejemplo un proceso de adquisición, una restructuración o una suspensión de pagos.
Las estrategias de Valor Relativo tratan de obtener beneficios en las ineficiencias de los mercados y los errores en valoración de los activos financieros, eliminando el Riesgo Sistemático o Riesgo de Mercado.
Las de Oportunidad son estrategias con una fuerte volatilidad y que, a diferencia de las anteriormente definidas, están sometidas a una elevada exposición a los movimientos del mercado.
Los Futuros gestionados toman posiciones largas o cortas en diferentes futuros financieros, tratando con ello de capturar las tendencias que se producen en los mercados de futuros.
En la gestión activa alternativa la confianza con el equipo gestor es el punto más importante. En este caso, la restricción en su actividad es escasa, con lo que el track récord del activo nos ayudará a entender cómo puede evolucionar la inversión realizada.
Este es un pequeño resumen para entender la actuación del gestor en cada tipo de gestión. Aunque para el inversor el objetivo comúnmente es el mismo, maximizar la rentabilidad minimizando el riesgo, las vías para conseguirlo son distintas en cada caso.