¿Qué es la deflación? ¿Tan mala es que nadie quiere que llegue?
La deflación es la bajada generalizada y prolongada en el tiempo (como mínimo, dos semestres según el FMI) de los precios de bienes y servicios en una economía.
Sucede cuando se produce un descenso de la demanda. Esto puede tener consecuencias más graves que la inflación, y solucionarlo con políticas económicas es mucho más complicado. La deflación crea un efecto psicológico en los consumidores, estos perciben que si los precios han bajado, pueden hacerlo aún más, lo que les hace retrasar sus decisiones de compra, por tanto disminuye aún más la demanda, lo que conlleva un exceso de la oferta que deriva en una nueva bajada de los precios.
Una deflación en una economía nos indica que no hay crecimiento, las empresas ven reducidos sus márgenes, lo que implica que a medio plazo pueden presentar problemas en sus cuentas. Además, hace que tengan problemas para devolver las deudas, mientras los costes laborales se mantienen estables, lo que puede implicar reestructuraciones y reducciones de plantilla. Esto conlleva un incremento de la tasa de paro, más retracción del consumo y, por tanto, nuevas reducciones de precios.
La deflación beneficia sobre todo a los ahorradores y prestamistas y perjudica gravemente a los endeudados, ya que el valor del dinero y el de la deuda son cada vez mayor.
Actualmente, sobretodo en la zona Euro, estamos viviendo un periodo de baja inflación, lo que provoca un crecimiento más bajo de lo que se esperaba. El Banco Central Europeo ha llevado a cabo políticas monetarias con el objetivo de frenar esta baja inflación, como la bajada de los tipos de interés, con la intención de reactivar el crédito en empresas y familias, inyectar liquidez en el sistema, para activar el consumo, con ello la inflación positiva y el crecimiento.
Esta baja inflación nos preocupa, pero no contemplamos una deflación.
Efectivamente es un escenario poco deseable. La renta disponible de los trabajadores, castigada de forma importante en los últimos años, cae a niveles tan bajos que repercute de forma negativa sobre la demanda. Esa baja demanda hace que haya un exceso de oferta que presiona a la baja al precio final de los productos. Así, los precios bajan, habiendo una mayor competencia entre las empresas que producen productos similares y lo más importante, esa bajada de precios reduce los márgenes y fomenta la reducción de costes en las empresas.
Una reducción de costes que desafortunadamente incide en nuevos despidos y de nuevo, en una menor renta disponible para consumir y demandar producto. Además, los consumidores que sí tienen capacidad de consumir, deciden retardar el momento de la compra porque estiman que no tiene sentido comprar algo hoy que seguramente mañana tendrá un precio más atractivo. Como ves, es un círculo peligroso en el que se reduce la demanda, esta hace que se incremente la reducción de costes, los despidos, la producción…