¿Me aconsejais pagar con tarjeta de crédito?

Hace tiempo que en mi banco me están ofreciendo una tarjeta de crédito, parece una buena oferta ya que todo lo que pague durante un mes lo puedo pagar a principios del siguiente mes, encima si lo pago mes a mes solo me cobran un 1,95% por si tengo un capricho. ¿Me aconsejais pagar con tarjeta de crédito? ¿Es bueno?

respuesta del asesor

Le recomiendo y le animo encarecidamente a que viva a través del ahorro y no a través de los créditos. El problema reside en que se vuelve muy adictivo vivir a través de préstamos y créditos, ya que hará que los gastos suban de manera paralela a los ingresos y nunca será el momento oportuno para empezar a ahorrar. Por ello, la clave es desarrollar el hábito de ahorrar lo más pronto posible, entendiendo ahorrar como gastar menos de lo que se ingresa, un dato que nuestros abuelos tenían muy bien inculcado: el secreto es simple, al recibir un ingreso, lo primero que hacían era destinar una parte de él al ahorro, después gastaban lo que necesitaban en lo básico (comida, ropa o educación), y si sobraba algo lo que no solía pasar se permitían algún que otro lujo.

Le hago la siguiente pregunta: ¿Preferiría usted pagar un 2% por la compra de un producto aplazado? O ¿Preferiría usted recibir ese 2% (o incluso un porcentaje mayor), por sus ahorros?

Usted, tiene que darse cuenta de que ese pago del 2%, producirá una merma en su patrimonio, mientras que si usted pasa al “otro bando” siendo usted el que cobra un interés por prestar su dinero, los beneficios son mucho mayores y más a largo plazo. Es decir, ese interés que le cobran pasaría de ser un gasto financiero a un ingreso financiero para usted.

Desde mi punto de vista, otro punto a tener en cuenta que tienen estos productos es que nos permiten disfrutar de bienes y servicios, que todavía no hemos pagado, lo que nos lleva a tener más dinero en la cuenta del que realmente deberíamos tener (ya que contraemos deudas en el futuro). Todo esto, unido al sentimiento consumista de nuestra sociedad actual, lleva a mucha gente a comenzar una “bola de nieve” que termina tragándoselos y produciendo la “muerte financiera” del cliente.

En conclusión: El problema más grave es que vivir al debe (a través de créditos) puede volverse bastante adictivo, como nos enseñó la crisis de las llamadas “hipotecas basura”, estar demasiado endeudado es muy arriesgado, pues cuando nos va bien las ganancias se magnifican y en momentos difíciles sucede lo mismo con las pérdidas.

Sólo, podría recomendar el uso de estas tarjetas de pago aplazado para casos de necesidad (nunca para caprichos) y eso sí, conociendo el riesgo que genera su impago (y por tanto asegurando que no se produzca). Ya que, repito una vez más: Nadie regala duros a cuatro pesetas.

Si una persona consume a través de lo generado por su ahorro, se podrá quedar a cero, pero NUNCA en negativo, hecho que puede llegar a producirse haciendo un uso excesivo de los instrumentos de crédito.

Ejemplo:

El señor Juan, víctima de este sistema consumista y nada familiarizado con el ahorro, cobra su sueldo mensual a día 28 de cada mes. Sin embargo, lleva un ritmo de vida por encima de sus posibilidades ya que a día 22 o 23 de cada mes, no tiene ya dinero en la cuenta y tiene la (mala) costumbre de financiarse esos días con la tarjeta de crédito, cuyo recibo se le pasa el día 3 de cada mes con un pequeño recargo (1,95%).

Todo puede ir “bien” y desarrollarse sin problemas mayores que una leve pérdida de su poder adquisitivo, mientras pueda pagar la compra aplazada del mes anterior. Sin embargo, si éste señor quedara sin empleo de la noche a la mañana, tendría que pagar al mes siguiente una deuda sobre la que se ha comprometido con unos ingresos que ya no cobra.

Entonces se produce un fenómeno curioso, se ve incapaz de pagar esta deuda a favor de otros gastos más importantes (como la alimentación, la luz, el agua, el vestido…), ya que no dispone de ahorro. En caso de impago, lo habitual es que la entidad de crédito intente la recuperación de manera amistosa de las sumas debidas que empiezan a incorporar (además del capital e intereses ordinarios) intereses de demora (aprox. entre 14 y 25% anual), comisiones, gastos…

Así la deuda, empezará a crecer de manera exponencial de una manera que nunca podríamos haber imaginado, e incluso en casos extremos se podrían llegar a perder bienes en propiedad (y pagados completamente) como la casa y el coche.

Sin embargo, esto habría pasado por no tener en cuenta uno de los principios más importantes en finanzas: valorar y comprender, los riesgos en los que se incurre. Por ello, antes de tomar cualquier decisión es importante ponerse en la mejor y en la peor de las situaciones.

La solución más coherente habría sido usar una sola vez la tarjeta para poder llegar a final de mes, para después reducir sus gastos y/o aumentar sus ingresos y así erradicar esa costumbre de vivir por encima de sus posibilidades de manera sistemática.

Por ello, en caso de verse ahogado por estos instrumentos tan peligrosos, recomiendo:

En primer lugar, dejar de usarlas para dejar de aumentar la deuda de manera exponencial.

En segundo lugar, reducir los gastos y tratar de aumentar los ingresos.

Para, en tercer lugar reunirse con la entidad de crédito y negociar un plan de pago de la deuda sostenible en el tiempo, o incluso reagrupar las deudas de manera que se pagará una cuota menor, pero durante un período más amplio. Lo que nos debería poder permitir poco a poco, aumentar nuestra liquidez para poder volver a la recomendad senda del “ahorrador”.

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Autor:
José Manuel García Rolán

Patrimonio de clientes: 102 millones de euros

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