¿Por qué ha habido tanto lío con las preferentes?
Las acciones preferentes son unos instrumentos financieros a caballo entre la Renta Fija y la Renta Variable, con unas características muy particulares y por tanto sólo aptos para inversores con el perfil de riesgo más arriesgado, o inversores profesionales e institucionales.
Sus características principales son:
- No cotizan en Bolsa, aunque se negocian en un mercado organizado (AIAF- Asociacion de Intermediarios de Activos Financieros). Su liquidez, por tanto es, en general, limitada lo cual dificulta recuperar la inversión.
- Emitidos a perpetuidad por una sociedad con una rentabilidad generalmente variable y no garantizada.
- Son una inversión compleja y con un riesgo inherente muy elevado.
- Pueden sufrir pérdidas de valor en función del mercado, del emisor y de los mercados financieros. En concreto el valor de reembolso puede ser menor que el valor de emisión como consecuencia de los elementos anteriores.
- En caso de liquidación de la sociedad emisora se sitúan, en orden de preferencia, por detrás de todos los acreedores y por delante de las acciones ordinarias.
- Son similares a la deuda subordinada, pero forman parte del capital de la sociedad (renta variable), aunque los derechos de preferencia se refieren a la liquidación.
- El rendimiento para el primer período suele ser fijo, mientras que en el resto de períodos pasa a ser variable.
La normativa sobre los instrumentos bancarios establece desde 2007 –por exigencia de la Unión Europea- la obligación ineludible de las entidades de crédito de efectuar “test de idoneidad” y “test de conveniencia” a los clientes antes de que estos suscriban productos de inversión complejos como las participaciones preferentes.
De manera que a un Inversor que desconoce la complejidad de un producto, “en teoría” la entidad en cuestión debería de prohibir la comercialización de ese producto al mismo. Pero en la mayor parte de los casos, se critica que estos test no se realizaban de forma auténtica ya que en algunos casos eran rellenados por las entidades o sencillamente tales test no fueron realizados. Incluso se llega a criticar sobre la venta de estos productos por teléfono.
Desde mi punto de vista, el principal problema es que se presionaba a los empleados de las Cajas y Bancos en cuestión, para que vendieran acciones preferentes como si fueran depósitos o plazos fijos y por tanto a clientes con un perfil netamente conservador, sin el menor interés por opciones arriesgadas y a largo plazo.
La venta de estos productos debió de ser ideada como una estrategia para aumentar y mejorar sus ratios de core-capital (de manera que estos productos ayudan a las entidades a tener un colchón más amplio para compensar posibles pérdidas, así como a sortear los cada vez mayores niveles de exigencia). Prefiero pensar, que los agentes comercializadores de las preferentes no conocían el riesgo real de estos productos para sus clientes y confiaron en sus superiores o quizás no tenían la formación o la experiencia necesaria para realizar esas funciones de captación.
Para un inversor muy conservador con una edad de 70 años y una esperanza de vida de vida de 10 a 15 años, supone la muerte financiera para el cliente colocar todos o gran parte de sus ahorros en un producto tan complejo que además está emitido a perpetuidad.
En definitiva, en muchos casos se les ha colocado a los inversores un traje de una talla que para nada les correspondía.