Muchos lectores nos preguntan acerca de los stop loss, y si hay que utilizarlos o no.
Lo primero de todo, es explicar que un stop loss, es una orden de venta limitada sobre unas acciones que ya están compradas en una cartera de inversión, para que en caso de que el precio de la acción en concreto caiga de un determinado nivel, éstas se vendan y se eviten pérdidas mayores en el valor.
De siempre, la figura del stop loss ha tenido detractores, que ven como en ocasiones, su stop loss salta, el valor cae un poco más, y luego recupera. Sin embargo, también tiene muchos adeptos.
En nuestra opinión, aunque depende en gran medida del perfil de riesgo y horizonte temporal de la inversión, creemos que el stop loss es una herramienta muy útil a la hora de gestionar una cartera. Sin embargo puede haber excepciones, dependiendo del riesgo específico de cada valor.
Lo que está claro, es que en fases bajistas del mercado, los años pasados nos han enseñado que prácticamente cualquier empresa puede tener una corrección profunda en su valoración, y que dependiendo del sector, estas correcciones pueden llegar a ser muy significativas. Acciones que históricamente han sido consideradas como “seguras” por muchos inversores, han vivido momentos muy difíciles en los últimos años, como ha sido el caso de Telefónica, Repsol o Banco Santander, donde hemos visto correcciones superiores al 40% desde máximos.
Para inversores que tienen un horizonte temporal muy a corto plazo, creemos imprescindible el uso del stop loss, y además que este sea ajustado. Habrá veces que este stop loss saltará y a los pocos días el valor recupere, pero habrá muchas otras que el ejecutar un stop loss con una pérdida de un 3% por ejemplo, les evite una caída de un 10%.
Para inversores de largo plazo, el stop loss puede ser una buena herramienta para ir consolidando beneficios. Un inversor que va ganando un 20% en una acción por ejemplo, puede asegurar parte del beneficio si coloca un stop loss dejando un margen del 10% por ejemplo. De esta manera, si el valor sigue subiendo, el inversor sigue dentro, pero si comienza una corrección profunda, se saldrá del valor asegurándose un 10% de beneficio.
Muchas veces, los inversores profesionales, no colocan el stop loss de manera física en la plataforma con la que trabajan, si no que marcan un nivel de stop loss de manera “mental” (generalmente se apuntan los niveles en una libreta o hoja excel), y cuando la acción llega a ese nivel de stop loss, valoran el ejecutarlo o no.
Lo normal, es que si la situación del valor no tiene vistas a mejorar o las perspectivas para la acción son negativas en el momento en el que el valor llega a ese nivel de stop loss, el inversor lo ejecute sin dudar.