Como sabrán, cada año, la Bolsa nos depara sorpresas, una agradables y otras no tanto, pero de todas ellas, debemos de tratar de aprender cosas.
Una cosa que debemos de tener siempre presente, es que aunque las bolsas pueda parecer que están en una fase “dulce”, en cualquier momento puede aparecer un repentino incremento de volatilidad, que unido a unas valoraciones altas de los activos de riesgo, suele generar correcciones rápidas y fuertes como la que estamos viviendo en este mes de febrero.
Es por ello, que hay dos cosas que debemos de aprender de este tipo de comportamientos de los mercados:
Por un lado, no hay que asumir más riesgo en la cartera del que por horizonte temporal y perfil inversor se puede asumir. Independientemente de que el mercado esté alcista y que parezca que no va a corregir nunca, las correcciones llegan, y cuando se producen, el estar pasados de riesgo puede ponernos en una situación comprometida y que nos haga tomar decisiones equivocadas, como la de vender por pánico y no por una decisión meditada o fundamentada.
Por otro lado, no hay que tomar decisiones precipitadas. Es importante saber si los motivos por los que se produce la corrección están justificados o se trata de un movimiento de venta masivo en el mercado pero puntual.
Si la corrección está justificada, bien sea por un empeoramiento macroeconómico claro o por alguna mala noticia (generalmente riesgos geopolíticos) que pueda afectar negativamente a los mercados, sí que conviene revisar la cartera, estudiar que activos pueden ser más perjudicados y tomar decisiones, ya que este tipo de correcciones pueden dar paso a un cambio de tendencia o a una fase bajista prolongada.
Sin embargo, si la corrección no está justificada y afecta a todos los activos de manera indistinta, generalmente suele tratarse de un movimiento de ajuste puntual, movimientos que como hemos visto en ocasiones pasadas (crisis del petróleo en 2016, Brexit, Presidencia de Trump…), han generado mucha tensión e incertidumbre al mercado en poco tiempo, pero a medio y largo plazo han supuesto buenas oportunidades de compra.
Es por ello, que en este escenario, el deshacer posiciones en la cartera, puede suponer un “alivio” inicial, pero una decisión equivocada si se mira y valora a medio plazo. De hecho, es bastante común que inversores que realizan pérdidas en su cartera llevados por el miedo al mercado, se queden fuera en la posterior fase de recuperación.